Día Mundial de Georges Cuvier

Día Mundial de Georges Cuvier 18 de febrero

El 18 de febrero se celebra el Día Mundial de Cuvier, en honor a Georges Cuvier, un importante naturalista y zoólogo francés del siglo XVIII y XIX

Este día se conmemora la vida y obra de Cuvier, quien hizo importantes contribuciones a la comprensión de la anatomía y la paleontología.

Una de las mayores contribuciones de Cuvier fue su trabajo en la paleontología. A través del estudio de los fósiles, Cuvier fue capaz de identificar y describir varias especies de animales extintos, incluyendo el mamut y el dodo.

Día Mundial de Georges Cuvier 18 de febrero

Padre de la teoría de la extinción

Además, fue el primero en proponer la idea de la extinción, y argumentó que los fósiles eran el resultado de especies que habían desaparecido de la Tierra. Esta idea fue revolucionaria en su tiempo, ya que hasta entonces se creía que todas las especies habían sido creadas por Dios y que ninguna podía desaparecer.

Padre de la anatomía comparada

Otra de las importantes contribuciones de Cuvier fue su trabajo en la anatomía comparada. Él demostró que las diferentes especies de animales tenían características anatómicas distintas, lo que sugiere que habían evolucionado de manera diferente.

Pionero en la clasificación sistemática de las especies animales

Además, Cuvier desarrolló una clasificación sistemática de las especies animales, basada en su anatomía y otros rasgos físicos. Esta clasificación fue muy influyente en la taxonomía moderna.

Sentando las bases actuales de la evolución y diversidad

El legado de Cuvier continúa siendo importante hoy en día. Su trabajo en la paleontología y la anatomía comparada sentó las bases para la comprensión moderna de la evolución y la biodiversidad.

Su enfoque sistemático y científico en el estudio de las especies ha sido fundamental para el desarrollo de la taxonomía y la clasificación de las especies


El legado de Georges Cuvier

El legado de Georges Cuvier

A pesar de estas críticas, el legado de Cuvier como uno de los primeros naturalistas y paleontólogos modernos sigue siendo indudable.

Sus investigaciones sentaron las bases para la biología moderna, y su trabajo continúa siendo una fuente de inspiración para los científicos de todo el mundo.

En el Día Mundial de Cuvier, recordamos su vida y obra, y celebramos su contribución a la comprensión de la diversidad de las especies y la evolución de la vida en la Tierra.

Pionero en el estudio de la morfología y anatomía de los animales

Otra de las contribuciones importantes de Cuvier fue su estudio de la morfología y la anatomía de los animales, especialmente de los vertebrados. Utilizando su conocimiento de la anatomía comparada, Cuvier fue capaz de identificar y describir varias especies de animales que eran desconocidas para la ciencia en su época.

Por ejemplo: en 1810, Cuvier describió una nueva especie de pingüino, que se encontró en el sur del Océano Pacífico. También identificó y describió varias especies de tiburones, rayas y peces óseos.

Contribuciones a la biogeografía moderna

Cuvier también realizó importantes contribuciones a la biogeografía, el estudio de la distribución de los seres vivos en la Tierra.

Observando las similitudes y diferencias entre las especies animales en diferentes partes del mundo, Cuvier propuso que las especies no eran distribuidas al azar, sino que estaban influenciadas por factores geográficos y climáticos. Esta idea fue fundamental para el desarrollo de la biogeografía moderna.

Georges Cuvier, Pionero de la paleontología

Pionero de la paleontología

En el ámbito de la paleontología, Cuvier realizó importantes descubrimientos que permitieron la reconstrucción de la historia de la vida en la Tierra:

  • Plesiosaurio: En 1804, Cuvier describió el primer esqueleto completo de un plesiosaurio, un tipo de reptil marino que vivió hace millones de años.
  • Ictiosaurio: También fue el primero en identificar los restos fósiles de un ictiosaurio, otro reptil marino extinto.
  • Mamut y gliptodonte: fue uno de los primeros en describir los fósiles de mamíferos extintos, incluyendo el mamut y el gliptodonte.

Anatomía comparada moderna

Cuvier también realizó importantes contribuciones al estudio de la anatomía de los mamíferos.

En su obra «Leçons d’anatomie comparée», Cuvier describió la anatomía de varios mamíferos, incluyendo el elefante y el rinoceronte.

Sus descripciones detalladas de la estructura ósea de estos animales permitieron una mejor comprensión de la anatomía y la fisiología de los mamíferos, y sentaron las bases para el desarrollo de la anatomía comparada moderna.

El Día Mundial de Cuvier es una oportunidad para celebrar la vida y obra de uno de los naturalistas más importantes de la historia

Su trabajo en la anatomía comparada, la paleontología y la biogeografía sentó las bases para la comprensión moderna de la diversidad de las especies y la evolución de la vida en la Tierra.

A través de su enfoque sistemático y científico en el estudio de las especies, Cuvier estableció un legado duradero en la ciencia y la historia natural


¿Qué descubrimientos realizó Georges Cuvier?, la Ley de correlación de formas

Dio a la zoología una clasificación natural de la que carecía; hizo que la anatomía comparada diera un inmenso paso adelante, mencionando que existe tal subordinación entre todos los órganos de un mismo animal que del conocimiento de un solo órgano se puede deducir el de todos los demás: es lo que llamó la ley de la correlación de las formas.


¿Quién fue Georges Cuvier?

¿Quién fue Georges Cuvier?

Cronología y Biografía de Georges Cuvier

Georges Léopold Cuvier nació en Montbéliard, Francia, en 1769. Desde joven, mostró un gran interés por la historia natural y la anatomía. En 1795, se convirtió en el conservador del Museo Nacional de Historia Natural de París, donde pasó gran parte de su carrera.

Allí, Cuvier estudió y catalogó una gran cantidad de animales y fósiles, lo que le permitió desarrollar una comprensión profunda de la anatomía y la diversidad de las especies.

Considerado uno de los más grandes científicos de su época, Georges Cuvier, padre de la paleontología, nació en Montbéliard, donde estuvo a punto de convertirse en pastor. Pero este niño genio dio rienda suelta a su pasión por las especies animales… Una elección muy afortunada, porque de sus pequeños cuadernos escolares nació la clasificación moderna de los animales.

Jean Léopold Nicolas Frédéric (conocido como Georges) Cuvier nació el 23 de agosto de 1769 en Montbéliard, que en aquella época formaba parte del Ducado de Wurtemberg (Alemania), pero seguía siendo francófono. Desde muy joven se interesó por el estudio de la naturaleza.

De familia protestante, sus padres querían que fuera pastor, pero suspendió el examen de ingreso en el seminario. Obtuvo entonces una beca en la Academia Carolina de Stuttgart, donde se formó de 1784 a 1788 como futuro funcionario al servicio del ducado.

Según su gusto personal, también siguió cursos de historia natural. Entabló amistad con Pfaff y, sobre todo, con Kielmeyer, también aficionado a la zoología y más tarde profesor de zoología en el Caroline, que le enseñó a diseccionar y le dio «las primeras ideas de anatomía filosófica».

Al no conseguir un puesto en la administración al salir de este establecimiento, Cuvier encontró trabajo como tutor en una familia noble protestante de Normandía, donde pasó, de 1788 a 1795, los años más agitados de la Revolución.

Dedicó su tiempo libre a estudios botánicos y a trabajos anatómicos sobre los animales, especialmente moluscos, que encontraba en la cercana zona costera. A través de sus amigos Pfaff y Kielmeyer, se mantuvo en contacto con la comunidad naturalista alemana.

En abril de 1795, gracias al médico y agrónomo Tessier, refugiado en Fécamp, con el que había establecido relaciones, Cuvier fue a vivir a París. Allí fue bien recibido, en particular por Etienne Geoffroy Saint-Hilaire, ya profesor en el Muséum, con quien entabló amistad.

Trabajaron juntos y publicaron varios artículos. Nada más llegar, obtuvo una cátedra en la recién creada Escuela del Panteón.

Ese mismo año fue elegido por Mertrud para ser suplente en el Muséum national d’Histoire naturelle.

Este fue el comienzo de una prestigiosa carrera para Cuvier. Fue nombrado miembro de la primera clase (futura Academia de Ciencias) del Instituto nada más crearse a finales de 1795; en 1800, profesor en el Collège de France; en 1802, profesor titular de anatomía comparada en el Muséum.

En 1802 es nombrado Inspector General de Instrucción Pública.

En 1803 fue nombrado Secretario Permanente de la primera clase del Instituto. Al mismo tiempo, Cuvier prosigue su carrera administrativa.

En 1808, Napoleón le nombró Consejero de la Universidad, que acababa de recrear, y en 1810-1811 le convirtió en uno de los ejes de la refundación de la enseñanza superior, primero en Francia y luego en Italia, Alemania y los Países Bajos.

En 1813 entró en el Conseil d’Etat como Maître des requêtes. La Restauración aumenta su palmarés. Luis XVII le nombró miembro del Conseil supérieur de l’Instruction publique en 1815 y le nombró Barón en 1819. Ese mismo año le nombró Presidente de la sección de Interior del Consejo de Estado, como representante de los intereses de los cultos no católicos.

En 1824, Carlos X le confirió la distinción de Gran Oficial de la Legión de Honor, de la que era caballero desde el Imperio. Luis Felipe le nombró Par de Francia en 1831.

Perteneció a tres cuerpos del Instituto: la Academia Francesa, la Academia de Ciencias y la Academia de Inscripciones y Belles-Lettres, así como a numerosas academias eruditas extranjeras.

Cuvier se casó en 1803 con la viuda del antiguo granjero general Duvaucel, guillotinado en 1793. Ninguno de sus cuatro hijos sobrevivió, y su muerte fue muy dolorosa para él.


La nueva visión del mundo de Georges Cuvier

La nueva visión del mundo de Georges Cuvier

Nada más llegar a París en 1795, con una visión clara de lo que quería conseguir y de lo que quería llegar a ser, Cuvier se volvió hacia el pasado para construir su propio futuro como científico y maestro del pensamiento.

Hizo falta su inmenso talento, su ambición y su intrépida juventud para embarcarse en semejante aventura a los veintiséis años.

Cuvier quería convertirse en el guía de la paleontología en Europa, es decir, en el mundo de la época, y llegaría a serlo.

Poseía todas las dotes necesarias para ser un gran científico y, a partir de entonces, un gran hombre: una doctrina muy clara, cualidades excepcionales como anatomista, una gran altura de miras, una rara felicidad de expresión y una fuerza motriz, capaz de enardecer a sus contemporáneos, aficionados a la ciencia y enamorados del romanticismo.

Los vertebrados fósiles, en su caso debemos hablar sólo de ellos, no podían encontrar mejor animador que les insuflara nueva vida.

Los muertos que son fósiles no pueden decirnos nada sobre sí mismos si no empiezan por volver a la vida. Cuvier supo darles esta cualidad. Al resucitarlos, pudo incluso darles un don que no habían poseído en vida: los hizo hablar y transmitir un mensaje.

El joven naturalista, de poco más de veinte años, tiene una idea precisa de lo que va a hacerles decir, y de lo que va a hacer con ellos «Es viejo, porque el registro fósil nos dice que la vida existe en la Tierra desde hace siglos, cuyos comienzos no podemos ver; es joven, porque el mundo actual no tiene más de cuatro o cinco mil años.

La conjunción de estas dos ideas nos revela que hubo mundos «anteriores» al nuestro, constituidos como el mundo actual, y que han desaparecido.

Esta era la doctrina de Cuvier, ya bien estructurada en su joven mente, a la que permanecería fiel, y que proclamó desde sus primeros escritos:

  • El catastrofismo, es decir, la existencia de cataclismos repetidos que destruyen toda la vida en la Tierra;
  • El creacionismo, es decir, la sustitución sucesiva de las faunas destruidas por faunas totalmente distintas; los dos conceptos van de la mano
  • El fijismo: Y conducen a su paso a un tercer componente indispensable: el fijismo, la creencia de que las especies son inmutables e incapaces de modificación.

¿Qué es el fijismo?

¿Qué es el fijismo?

El fijismo es una teoría obsoleta que sostenía que las especies animales y vegetales eran inmutables, es decir, que permanecían inalterables desde su creación y no evolucionaban con el tiempo. A continuación se presenta una representación esquemática de los principales conceptos del fijismo:

  • Las especies son inmutables y no cambian a lo largo del tiempo.
  • Todas las especies fueron creadas en un momento determinado y no han sufrido modificaciones desde entonces.
  • Las especies están perfectamente adaptadas a su entorno y no necesitan evolucionar.
  • No existe un vínculo evolutivo entre las distintas especies, es decir, no hay un ancestro común entre ellas.
  • Los cambios que se observan en las especies son el resultado de variaciones individuales o de la influencia del entorno, pero no de un proceso evolutivo.

Consecuencias del fijismo:

  • No se puede explicar la diversidad de las especies a lo largo del tiempo.
  • No se puede explicar la distribución geográfica de las especies.
  • No se puede explicar la existencia de especies similares en diferentes lugares del mundo.
  • No se puede explicar la existencia de especies extintas.

Cabe destacar que el fijismo fue desplazado por la teoría de la evolución de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace en el siglo XIX, la cual explicaba de manera mucho más completa y precisa la diversidad de las especies y su origen a través del proceso de selección natural.


Como vemos, Cuvier planificó muy pronto su trabajo y trazó su futuro científico. Así se convirtió en el fundador de la paleontología de vertebrados y en el verdadero maestro de pensamiento de los partidarios del creacionismo.

Sus trabajos sobre los «Cuadrúpedos» fósiles sirvieron para reforzar una representación del pasado que hasta entonces había sido una creencia principalmente religiosa, desprovista de todo carácter científico.

La credibilidad científica que hasta entonces había faltado al Diluvio bíblico, Cuvier se encargó de dársela en nombre de la paleontología

Ofrece así un buen ejemplo de un tipo de investigación habitual en ciencia: primero construye la teoría y luego se propone demostrarla. Cuvier era consciente de que ofrecía una visión un tanto revolucionaria del pasado:

«Sabemos», escribe, «lo fértiles que han sido los geólogos en hipótesis para explicar cómo encontramos tan abundantemente en el norte huesos de animales que sólo habitaban la zona tórrida. Creo que sería un gran paso hacia la perfección de la teoría de la Tierra, si se pudiera probar que ninguno de estos animales existe hoy, ni en la zona tórrida ni en ninguna otra parte.»

Y el resto de su argumentación es siempre la misma, porque constituye la base misma de su pensamiento y de su doctrina:

«Preguntémonos por qué encontramos tantos restos de animales desconocidos, mientras que no encontramos casi ninguno que pueda decirse que pertenece a las especies que conocemos, y veremos cuán probable es que pertenecieran a seres de un mundo anterior al nuestro, a seres destruidos por alguna revolución de este globo».

Cada vez más seguro de sí mismo y de su doctrina, Cuvier quiso difundirla lo más lejos posible. Desde la prestigiosa tribuna que le ofrecía el Instituto de Francia, del que se había convertido rápidamente en uno de los miembros más eminentes, lanzó en 1800 un llamamiento a todos los científicos de Europa y del mundo, para que contribuyeran a establecer cada vez más sólidamente su demostración, proporcionándole los fósiles de que pudieran disponer.

Georges Cuvier

Dominaba cada vez mejor su determinación exacta, y proclamó de nuevo la conclusión de sus estudios:

«Casi puedo afirmar hoy, anuncia, que ninguno de estos cuadrúpedos verdaderamente fósiles que me ha sido posible comparar con exactitud, se ha encontrado semejante a ninguno de los que viven actualmente»

Este será sin duda también el caso de los que le aporten sus colegas de todo el mundo. Ya no se tratará del testimonio de una o dos docenas de especies fósiles, sino de centenares, que atestiguarán entonces «la destrucción de una naturaleza anterior».

Gracias a esta cantidad de material que pretende obtener, Cuvier prevé poder establecer definitiva y científicamente la verdad de la doctrina de las catástrofes universales:

«La cuestión principal…», insiste, lanzando su llamamiento a sus colegas paleontólogos de todo el mundo, «…es saber hasta dónde ha llegado la catástrofe que precedió a la formación de nuestros actuales continentes».

Si se demuestra que fue universal, y Cuvier no duda de que lo fue, será posible, sobre la base de materiales similares y más antiguos, demostrar que los demás también lo fueron.

Cuvier presenta las tres soluciones posibles, tal como las presentaban los geólogos y paleontólogos de la época:

«…se trata principalmente de investigar si las especies que entonces existían han sido enteramente destruidas, o sólo si han sido modificadas en su forma, o si simplemente han sido transportadas de un clima a otro»

Está claro que, para Cuvier, la primera es la correcta: las especies anteriores fueron totalmente destruidas.


El instrumento de Georges Cuvier: los vertebrados fósiles

El instrumento de Georges Cuvier: los vertebrados fósiles

El joven Cuvier tiene así una idea precisa de lo que va a hacer de sus fósiles: empleará sus años de enseñanza y de investigación para apoyar la construcción intelectual de la que es autor con materiales sólidos, tomados de la ciencia de la que vislumbró los primeros lineamientos, y que realmente va a fundar utilizándola para su demostración.

Esta ciencia es la de los fósiles de vertebrados.

Todos los fósiles no eran en efecto «buenos» fósiles, porque no todos eran capaces de ilustrar lo que Cuvier quería «hacerles decir».

Sólo los «cuadrúpedos», como Cuvier llamaba entonces a los vertebrados, podían servir para construir el monumento cuya arquitectura había diseñado.

«Había que elegir» Lo hizo deliberadamente y sin vacilar, para no arriesgarse a tener que ponerlo todo en entredicho por no haber elegido los argumentos adecuados.

En vano Karl Friedrich Kielmeyer, su antiguo condiscípulo en la Academia Carolina de Stuttgart, le advirtió del riesgo de no tener en cuenta todo un campo del pasado, el de las plantas y los invertebrados.

Cuvier estaba demasiado implicado en su tema y sólo podía marginar en su pensamiento todo lo que pudiera oponerse a la doctrina a la que quería dar su nombre. Fue una suerte, porque gracias a esta obstinación iba a realizar una obra prodigiosa y a labrarse un destino prestigioso.

Nada más llegar a París en 1795, eligió el más bello y llamativo de los objetos de demostración: el majestuoso animal, el elefante, tanto vivo como fósil.

Con ellos cautivó la imaginación de sus contemporáneos, tan aficionados en aquellos tiempos románticos a admirar la fuerza grandiosa y los logros de la vida.

Otros científicos los habían estudiado antes que Cuvier, pero ninguno lo había hecho con tanto poder evocador.

Para hacerlos más elocuentes, era necesario hacerlos diferentes; un parecido demasiado grande de las formas engendra aburrimiento en las comparaciones y en los discursos.

El gran paleontólogo supo explotar las diferencias que establecía entre los seres del pasado y los del presente: los elefantes actuales debían distinguirse en dos especies, los de África y los de Asia.

Sobre todo, Cuvier se propuso demostrar que los elefantes fósiles eran especies diferentes de las actuales.

El instrumento de Georges Cuvier: los vertebrados fósiles

La diferencia anatómica entre las especies era el primer elemento básico, la primera piedra del edificio catastrofista construido por Cuvier.

El segundo elemento será la palabra un tanto mágica, porque está cargada de un gran poder de evocación y emoción: destrucción.

Servirá de hilo conductor para la interpretación de todos los documentos acumulados y estudiados por Cuvier a lo largo de su vida

El mamut fósil, a diferencia del elefante, su sucesor actual, ya no existe porque fue «destruido por una catástrofe». Así está todo dicho: el material básico es el fósil, cuya «destrucción» sirve de base para una impresionante reconstrucción del pasado de la vida y de la Tierra.

A partir de ahora, bastará con manejar, hacer que alguien maneje, la pala y el pico, para apoyar la doctrina cuvieriana del creacionismo, el catastrofismo y el fijismo.

Lo que había hecho con los elefantes, Cuvier debía hacerlo sistemáticamente y con la misma maestría con todos los demás fósiles de vertebrados que pudiera obtener. Con respecto al «esqueleto de una especie muy grande de cuadrúpedo desconocido hasta ahora», emprende el mismo trabajo de distinción entre especies fósiles y especies actuales, y propone darle un nuevo nombre: Megatherium americanum, para significar que es diferente de cualquier animal conocido hasta entonces.

Megatherium americanum

Para dejar claro su punto de vista, señala que este fósil:

«…se añade a los muchos hechos que nos dicen que los animales del mundo antiguo eran todos diferentes de los que vemos hoy en la Tierra».

Y continúa estudiando otros con la misma preocupación.

«Los rinocerontes fósiles de Siberia son muy diferentes de todos los rinocerontes conocidos. Lo mismo ocurre con los llamados osos fósiles de Anspach, con el cocodrilo fósil de Maëstricht, con la especie de ciervo del mismo lugar, con el animal de doce pies de largo sin dientes incisivos, con dedos armados de garras, cuyo esqueleto acaba de descubrirse en Paraguay.»

Ninguno, afirma, y es a lo que quiere llegar, «ninguno tiene un análogo vivo». Para Cuvier, la prueba está en el pudín:

«Todos estos hechos, análogos entre sí, y a los que no se puede oponer ninguno, me parecen probar la existencia de un mundo anterior al nuestro, destruido por alguna catástrofe».

No es sólo el mundo directamente anterior al nuestro el que ha sufrido este triste destino; ha habido muchos otros, y el nuestro está destinado a ser víctima de él algún día.

Para establecer definitiva y sólidamente esta doctrina de las catástrofes, Cuvier se dedicó a recoger, en la medida de lo posible, todos los huesos fósiles de que pudo disponer; con este fin emprendió la reforma de los esqueletos de estas especies, y se dedicó a compararlos con los que existen en la superficie del globo, para determinar sus relaciones y diferencias.

A la lista que ya había proporcionado, Cuvier podía añadir el mastodonte encontrado en Simorre, en el suroeste de Francia, los hipopótamos de varios países, los ciervos de Irlanda, varias especies de bueyes fósiles, cocodrilos y, sobre todo, el famoso Paleoterio de las canteras de Montmartre.

La respuesta que dan estos fósiles es siempre la misma:

«…vivió en todo tipo de países, animales que hoy ya no viven allí y que ni siquiera se encuentran en ningún lugar de los países conocidos».


La maestría de Georges Cuvier

La maestría de Georges Cuvier

Es necesario observar comportamientos de este tipo para construir grandes obras, y es lo que tenemos la suerte de encontrar en Cuvier en este caso. Si bien es una condición necesaria, no es suficiente.

Además, por supuesto, debe haber competencia científica, y Cuvier la poseía en grado sumo. No era el único en este caso, ni cronológicamente el primero, en la escena científica de su época, donde había tanto que conocer y reconstruir del pasado, y donde había tantos científicos eminentes trabajando en los nuevos campos de investigación que se abrían a los naturalistas de todas las disciplinas

Sucedió que, en los numerosos debates que se suscitaron sobre el tema de la recuperación de los seres del pasado, Cuvier rara vez se equivocó.

Sin embargo, se equivocó ocasionalmente en uno o dos casos, como el del Palaeotherium , que había confundido inicialmente con un cánido, pero supo rectificar muy rápidamente su apreciación errónea.

Otros científicos coetáneos

De Blainville (1777-1850) se complacía un tanto maliciosamente en señalar los escasos errores de Cuvier; pero también debería haber puesto de relieve el número de casos, mucho más frecuentes, en los que el seguro juicio del gran naturalista se confirmaba, incluso frente a paleontólogos o anatomistas confirmados, como Blumenbach (1752-1840), o Soemmerring (1755-1830).

Esto se observa, por ejemplo, en el caso del pterodáctilo, que sus célebres colegas alemanes tomaron por un mamífero o un ave. Cuvier supo reconocer las características reptiles de este fósil.

Estas apreciaciones tan precisas, reconocidas por sus colegas, no podían sino reforzar su autoridad científica y justificar su reputación de infalibilidad, incluso en el ámbito de su teoría catastrofista, que era para Cuvier la conclusión obligada y principal.

Cuvier proseguiría toda su vida en la misma línea y con el mismo ímpetu. El número de especies fósiles cuya descripción publicaba no cesaba de crecer.

En la lista que puede elaborar al final en su obra «Recherches sur les Ossemens fossiles de Quadrupède», figuran:

    • Paquidermos, incluidos, Mamuts, Mastodontes, Hipopótamos, Rinocerontes, Palaeotheria, Anoplateria, Chaeropotamus, Adapis, Anthracotheria
    • Rumiantes
    • Carnívoros
    • Roedores
    • Edentados
    • Cetáceos

Ciento nueve Mamíferos en total; Cocodrilos, Quelonios, Saurios, es decir, cuarenta y siete Reptiles, y Batracios. Entre los más famosos, cabe citar, además de los que ya hemos nombrado, el Mosasaurus, el Ichthyosaurus y el Plesiosaurus.

Cuvier describió cuidadosamente sus caracteres y midió con precisión sus dimensiones. Discutió su naturaleza y fue capaz, en su mayor parte, de darles su verdadero lugar en la tabla de los seres.

Si la cantidad total, ciento setenta especies descritas y definidas,  puede parecer relativamente modesta a un investigador actual, y también en comparación con el millar estudiado por su colega Lamarck en la misma época, no hay que olvidar, por una parte, que, como explicó el propio Cuvier, había que hacerlo todo: el estudio de los representantes actuales al mismo tiempo que el de los restos fósiles; y, por otra, que es más fácil y rápido, si no más convincente para demostrar las doctrinas que uno defiende, estudiar una «concha» que un «elefante».

Paleoterio de las canteras de Montmartre

La reconstrucción del caracol de Montmartre

El dominio de Cuvier en su campo se había convertido en proverbial. La famosa reconstrucción del caracol de Montmartre es bien conocida, pero merece ser relatada de nuevo:

Cuvier había reconocido, en un trozo de yeso extraído por unos canteros de la cantera situada en la colina de Montmartre, en París, un fragmento de una pequeña mandíbula cuyos dientes presentaban caracteres que recordaban a los del Sarigues.

El resto del esqueleto seguía incrustado en el bloque de piedra, pero Cuvier anunció que su pelvis invisible debía tener los huesos característicos de este tipo de animal.

Habiendo reunido a algunos amigos, excavó la piedra delante de ellos, y en el mismo lugar donde lo había predicho, descubrió los elementos marsupiales predichos por su teoría de la conexión de caracteres.

Paleoterio de las canteras de Montmartre

Las leyes de correlación de Georges Cuvier

Las «leyes de correlación» entre los diversos caracteres de un animal, que Cuvier proclamaba, y que había convertido en la guía, a su juicio infalible, de sus reconstrucciones paleontológicas, quedaban así brillantemente confirmadas… y también brillantemente confirmados su talento y su maestría científica. Si, a los ojos de algunos paleontólogos modernos, Cuvier tuvo «¡mucha suerte!» A los ojos de algunos paleontólogos modernos, Cuvier tuvo «mucha suerte», pero su ley a menudo tuvo que corresponder a la realidad para que mereciera serlo.

Sin duda, Cuvier tenía otros talentos para forzar la suerte que sólo acompaña a los grandes hombres. No es necesario detenerse aquí en las cualidades, o defectos, de un político que amaba demasiado el poder, que consiguió conservarlo a través de varios regímenes, aunque políticamente era más frágil de lo que parecía.

Al menos utilizó este poder para el desarrollo de la ciencia, aunque fuera principalmente para el éxito del catastrofismo y del fijismo. Pero el desarrollo de la ciencia es, en última instancia, independiente del de las ideologías, o más bien se alimenta de ellas.

La paleontología, en particular, como vemos con Cuvier, como se puede ver con la doctrina opuesta de Lamarck, como podríamos ver con todas las demás doctrinas desarrolladas desde entonces, no ha dejado de prosperar en diferentes envoltorios intelectuales.

El propio Cuvier lo expresó claramente mencionando a otros:

«una teoría compromete siempre a sus partidarios a hacer observaciones; y los hechos que hayan descubierto permanecerán cuando sus ideas sistemáticas hayan pasado».


Georges Cuvier

La muerte de Georges Cuvier

Las dramáticas circunstancias de la muerte de Cuvier contribuyeron a su gloria y a la persistencia de su memoria.

Sin haber tenido que experimentar, como su rival Lamarck, que acababa de morir en 1829, demasiado viejo y disminuido por el hándicap de la edad y la ceguera, el naufragio de la vejez, Cuvier fue abatido en el apogeo de sus fuerzas físicas e intelectuales por una infección relámpago, no el cólera, como se ha repetido, sino sin duda una mielitis aguda, según los diagnósticos de los médicos actuales, a tenor de los síntomas declarados.

Mientras seguía dando clases a un público que, como siempre, quedó cautivado por la claridad de su discurso y la elegancia de sus expresiones, sintió los efectos de la inexorable enfermedad que se lo llevaría en pocos días, con sólo 63 años.

Su funeral fue un triunfo romántico, al que contribuyeron sus antiguos discípulos, como Duvernoy (1777-1855), que se lamentó públicamente, con voz llena de sollozos y el corazón lleno de dolor:

«Cuvier, este gigante de la ciencia, esta estrella saludable que difundió a su alrededor la luz más brillante, este genio extraordinario, Cuvier ya no existe».

Quizás contribuyeron aún más sus alumnos, que insistieron en llevar su féretro durante su funeral, mostrando con este último y raro gesto su gran estima por el científico que habían tenido la suerte de tener como maestro. Murió en plena gloria en París el 13 de mayo de 1832.

Libros escritos por Georges Couvier

    • 1798: Tableau élémentaire de l’histoire naturelle des animaux
    • 1800-1805: Leçons d’anatomie comparée, 5 vols.
    • 1807: Investigaciones anatómicas sobre los reptiles
    • 1808: Informe sobre las ciencias naturales desde 1789
    • 1811-1826 : Análisis de los trabajos de la Academia de Ciencias de 1811 a 1826
    • 1816: Memorándum para servir de guía a la historia y anatomía de los moluscos
    • 1816: El reino animal distribuido según su organización, 4 vols.
    • 1819-1827: Éloges historiques de membres de l’Académie des sciences, 3 vols.
    • 1821: Recherches sur les ossements fossiles des quadrupèdes, précédées d’un discours sur les révolutions du globe, 7 vols.
    • 1822: Descripción geológica de los alrededores de París
    • 1828: Historia natural de los peces

Conclusión sobre Georges Cuvier

En conclusión, el Día Mundial de Cuvier es una oportunidad para recordar y celebrar las importantes contribuciones de Georges Cuvier a la ciencia y la historia natural.

Su trabajo en la paleontología y la anatomía comparada sentó las bases para nuestra comprensión moderna de la evolución y la biodiversidad, y su enfoque sistemático en el estudio de las especies ha sido fundamental para el desarrollo de la taxonomía y la clasificación de las especies.

Además de sus contribuciones en la paleontología y la anatomía comparada, Cuvier también realizó importantes investigaciones en otras áreas de la biología y la geología. Por ejemplo, fue uno de los primeros científicos en estudiar los estratos geológicos, y utilizó sus hallazgos para establecer la cronología de la Tierra.

También investigó la anatomía de los moluscos y los invertebrados, y propuso una teoría sobre el origen de las especies basada en la creación divina.

Honores y reconocimientos a Cuvier

Honores y reconocimientos a Georges Cuvier

A lo largo de su carrera, Cuvier recibió numerosos honores y reconocimientos por su trabajo en la ciencia. En 1811, fue elegido miembro de la Academia Francesa de Ciencias, y en 1826 fue nombrado presidente del Consejo Real de Educación.

En 1830, fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de Rusia, y en 1832 se convirtió en el primer científico en recibir el título de Par de Francia, un honor reservado para las figuras más importantes de la nación.

Críticas a la obra de Georges Cuvier

A pesar de su gran influencia en la ciencia y la historia natural, la obra de Cuvier también ha sido criticada por algunos investigadores.

Algunos argumentan que su enfoque sistemático en la clasificación de las especies a veces llevó a la sobrevaloración de las diferencias anatómicas, lo que puede haber obstaculizado la comprensión de la evolución biológica.

Otros han cuestionado su creencia en la creación divina y su oposición a la teoría de la evolución de Darwin, que se desarrollaría décadas después de su muerte.


Vídeos sobre Georges Cuvier

El 23 de agosto de 1769, nació en Montbéliard, Francia, el zoólogo francés Barón de Cuvier, que con sus trabajos para clasificar a los animales en base a su estructura interna y no a su apariencia exterior, sentó las bases de la moderna anatomía comparada. También es considerado por muchos como el padre de la paleontología. Entre los homenajes que recibió están la inscripción de su nombre en la torre Eiffel y el género de mastodontes americanos extintos, Cuvieronius, fue nombrado en su honor.


El catastrofismo es una teoría científica que defiende que los organismos de todos los tipos aparecieron tal y como los conocemos hoy a raíz de una serie de catástrofes que han ido sucediéndose a lo largo de la historia de nuestro planeta.

Algunos ejemplos del catastrofismo pueden ser graves erupciones volcánicas, el impacto de meteoros, cambios climáticos, alteraciones químicas de la atmósfera, diluvios, glaciaciones, etc. Por tanto, el diluvio universal descrito en fuentes clásicas y bíblicas habría dado lugar a la desaparición de especies cuyos restos son los fósiles actuales.

El catastrofismo fue desarrollado por el francés Georges Cuvier, quien defendía que la evolución no era una teoría cierta, aunque en la actualidad se ha demostrado que es totalmente válida. Los catastrofistas tienen muchas ideas comunes con los fijistas, otros teóricos que defienden la idea de que los organismos aparecieron repentinamente en nuestro planeta tal cual los conocemos, contrarios a la evolución.

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