¿Qué es la Crisis de la biodiversidad?

¿Qué es la crisis de la biodiversidad? ¿De dónde procede? ¿Qué podemos hacer al respecto?

Explicamos los conceptos básicos para ayudarle a comprender mejor los retos de la erosión de la biodiversidad

Desde hace varias décadas se habla cada vez más de la crisis de la biodiversidad. Los científicos llevan años advirtiendo del colapso de la biodiversidad y de la desaparición cada vez más preocupante de especies vivas.

Insectos, mamíferos, pero también aves, anfibios y animales marinos están desapareciendo o se encuentran amenazados, hasta el punto de que ya se habla de la 6ª Extinción Masiva.


 

¿Qué es exactamente la crisis de la biodiversidad? ¿Cuáles son las causas de la pérdida de biodiversidad? ¿Cómo podemos afrontarlo?

Descifremos el impacto de las actividades humanas en la biodiversidad y las soluciones propuestas por IPBES para frenar este declive:

 

Biodiversidad: ¿de qué estamos hablando?

Antes de hablar de las cifras y las consecuencias de la crisis de la biodiversidad, debemos entender de qué estamos hablando.

Una crisis biológica, crisis de biodiversidad o extinción masiva es un periodo de pérdida rápida y masiva de especies. Por tanto, debe cumplir tres criterios:

  • Una duración relativamente corta en la escala del tiempo geológico (unos pocos millones de años como máximo)
  • Una distribución geográfica mundial; y
  • Un descenso significativo de la biodiversidad.

Sin embargo, es difícil establecer con certeza el alcance de una crisis de biodiversidad. La fosilización es un proceso raro, que depende mucho de las condiciones de enterramiento, y aún estamos lejos de haber excavado todas las capas geológicas.

Por lo tanto, existe un sesgo en los datos sobre la biodiversidad en el pasado (sesgo de muestreo). Este sesgo es tanto más importante cuanto que la datación de las capas fosilíferas tiene un importante margen de incertidumbre a escala humana (del orden de 100.000 a más de un millón de años, según los casos).

Por último, dependiendo del nivel taxonómico medido en biodiversidad (nivel de especie, de familia, de género, etc.), las tasas de extinción pueden variar considerablemente.


 

Una triple biodiversidad

La biodiversidad se refiere a la diversidad de los seres vivos (microorganismos, plantas, animales) y de los ecosistemas en los que viven. También se refiere a las interacciones de las especies entre sí y con su entorno. La noción de biodiversidad abarca tres niveles de análisis:

  • Diversidad genética: es la pluralidad de individuos de una misma especie
  • Diversidad específica: es la diversidad observada entre las especies
  • Diversidad de los ecosistemas: se refiere a los diferentes entornos naturales

Cuando hablamos de crisis de la biodiversidad, hablamos de presión a tres niveles: individuos, especies y ecosistemas.

El fenómeno que a menudo tendemos a resumir como la desaparición de determinadas especies, como los pandas o los osos polares, es por tanto mucho más amplio.

La crisis de la biodiversidad es la desaparición de determinadas especies, las pérdidas de población dentro de estas especies, la erosión de la diversidad genética dentro de estas especies, la degradación de los hábitats de estas especies y todos los fenómenos asociados a este declive general.


 

¿Por qué es útil la biodiversidad? ¿Cuál es su finalidad?

La biodiversidad satisface las necesidades primarias de los seres humanos al proporcionarles oxígeno, alimentos y agua potable, pero también permite el desarrollo de las actividades humanas, sobre todo al suministrar materias primas.

En términos más generales, las contribuciones de la naturaleza a la humanidad pueden dividirse en tres categorías principales

  • Regulación: polinización por insectos, que permite la dispersión de semillas, por ejemplo, o calidad del aire.
  • La aportación de bienes materiales: frutas, verduras, cereales que podemos utilizar para alimentarnos, por ejemplo, y recursos naturales en general
  • La contribución de los bienes inmateriales: el bienestar, por ejemplo

La contribución de los organismos a la renovación de los suelos en la agricultura, de la amapola encontrada en la morfina en el entorno médico, de los océanos como sumidero de carbono para regular el clima: estos pocos ejemplos demuestran el carácter esencial de la biodiversidad.


 

Actividades humanas responsables de la erosión de la biodiversidad

En 2019, el informe IPBES (Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas) resumió más de 15.000 publicaciones sobre el tema para mostrar la gravedad de la situación y fomentar la concienciación colectiva y la puesta en marcha de acciones concretas.

Este organismo, que es el equivalente del IPCC para la biodiversidad, ha elaborado una declaración clara:

«En total, el 75% de la superficie de la Tierra está significativamente alterada, el 66% de los océanos está experimentando crecientes impactos acumulativos y más del 85% de la superficie de los humedales ha desaparecido»

Para producir nuestra energía, nuestros bienes de consumo, nuestros alimentos, explotamos los ecosistemas.

Cada vez sobreexplotamos más los bienes materiales que nos ofrece la naturaleza, lo que está provocando una degradación de las propiedades reguladoras de los ecosistemas, así como de sus beneficios intangibles. Los efectos de la degradación de la biodiversidad ya se dejan sentir.

De hecho, el ritmo de cambio global de la naturaleza en los últimos 50 años no tiene precedentes en la historia de la humanidad, insisten los autores.

Por ejemplo, según IPBES, «la degradación del suelo ha provocado una reducción de la productividad agrícola en el 23% de la superficie terrestre mundial y es probable que cada año se pierdan cosechas por valor de entre 235.000 y 577.000 millones de dólares debido a la pérdida de polinizadores».


 

Factores directos del declive de la biodiversidad

150 expertos mundiales de IPBES que participan en el proyecto han identificado 5 factores principales que influyen en la diversidad biológica, entre ellos las actividades humanas.

  1. Uso del suelo y del mar: La agricultura, la deforestación y la expansión urbana tienen algo en común: estas prácticas contribuyen a la destrucción de hábitats, amenazando así la supervivencia de muchas especies. Para dar algunas cifras, sólo la agricultura y la ganadería utilizan 1/3 del suelo y 3/4 de las reservas de agua dulce. Además, las zonas urbanizadas se han duplicado desde 1992.
  2. Explotación directa: La explotación directa de los organismos tiene importantes consecuencias para sus poblaciones. La sobrepesca es el ejemplo más evidente. De las poblaciones de peces del mundo, sólo el 7% se explotan por debajo del nivel sostenible. El 60% se explota al nivel máximo sostenible y el 33% está sobreexplotado. Este es un factor que contribuye al declive de la biodiversidad marina.
  3. Los efectos del cambio climático: Los distintos informes del IPCC demuestran que las actividades humanas están calentando la atmósfera. Desde 1980, las emisiones de gases de efecto invernadero se han duplicado, lo que ha provocado un aumento de la temperatura media mundial de al menos 0,7 °C. Estos cambios climáticos se están produciendo tan rápidamente que los organismos vivos no tienen tiempo de adaptarse. La actividad humana amenaza a un número sin precedentes de especies: «Por término medio, el 25% de las especies pertenecientes a los grupos animales y vegetales evaluados están amenazadas, lo que sugiere que cerca de un millón de especies corren ya peligro de extinción. Su supervivencia dependerá de su capacidad para dispersarse, regresar a condiciones climáticas favorables y mantener sus capacidades evolutivas. También hay que tener en cuenta que la biomasa (plantas, plancton, etc.) está disminuyendo ante el cambio climático, y estos organismos están en la base de la cadena alimentaria. Por tanto, comprendemos la naturaleza sistémica del problema.
  4. Contaminación: El uso excesivo o inadecuado de fertilizantes, la contaminación por plásticos y la liberación de metales pesados en el medio ambiente contribuyen a la contaminación del agua, el aire y el suelo. La contaminación de los mares por plásticos se ha multiplicado por diez, mientras que más del 80% de las aguas residuales del mundo se vierten al medio ambiente sin ser tratadas, según el mismo estudio.
  5. Especies invasoras: Por último, casi una quinta parte de la superficie terrestre está amenazada por invasiones de animales y plantas dañinos. El ritmo de introducción de nuevas especies exóticas invasoras ha aumentado con el transporte de larga distancia de personas y mercancías. La presencia de estas especies exóticas invasoras tiene graves consecuencias para la biodiversidad.

Estos cinco motores directos se derivan de un conjunto de causas subyacentes, que se agrupan como motores indirectos del cambio.

Entre ellos figuran nuestros valores y comportamientos sociales, incluidos los modelos de producción y consumo, la dinámica y las tendencias demográficas, el comercio, las innovaciones tecnológicas y la gobernanza desde el ámbito local al mundial.

Además, el ritmo de cambio de los factores directos e indirectos difiere entre regiones y países.


 

¿Qué hacer ante la pérdida de biodiversidad?

En este contexto, sólo es necesario un cambio estructural en profundidad de nuestro sistema. Sin un cambio en las estrategias de conservación, la degradación de la naturaleza continuará, con una pérdida significativa de las aportaciones reguladoras de la biodiversidad, en beneficio de una explotación cada vez mayor e insostenible de las aportaciones materiales.

Ni la innovación tecnológica ni la compensación ecológica pueden sustituir plenamente las aportaciones de la naturaleza.

Aparte de que la invención y/o aplicación de estos sustitutos es costosa y técnica (por ejemplo, las fábricas para filtrar el agua del océano y hacerla potable), son imperfectos en comparación con los beneficios que proporciona la naturaleza.

Los expertos de IPBES destacan 5 tipos principales de intervención para lograr cambios de gran alcance:

  • Considerar las contribuciones de la naturaleza a las personas en los incentivos económicos: Hoy en día, los incentivos económicos suelen favorecer la expansión de la actividad económica a expensas del medio ambiente. Para avanzar hacia una gestión sostenible de la tierra y el mar es necesario eliminar las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente, incentivar las prácticas deseables y aumentar el presupuesto destinado a la conservación de la naturaleza.
  • Fomentar la cooperación entre sectores: Adoptar un enfoque sistémico facilitaría la gestión de los problemas. Por ejemplo, los problemas de sobreexplotación marítima afectan a los niveles local, nacional e internacional, y deben tener en cuenta todos los factores simultáneamente: sobrepesca, contaminación, especies invasoras, cambio climático, destrucción del hábitat, etc.
  • Reforzar la legislación medioambiental y su aplicación: Esto significa reforzar las leyes y garantizar su aplicación, pero también reforzar el Estado de Derecho en general: reparto equitativo de los recursos, reducción de las desigualdades, respeto de los derechos humanos.
  • Prevención, también con empresas e instituciones reguladoras: Esto permite abordar el problema en una fase previa, en lugar de tener que reaccionar ante los daños causados.
  • Fomentar una multitud de respuestas en un contexto de resistencia e incertidumbre: La talla única no sirve para todos, debe adaptarse a los países y a los niveles de riqueza. Por tanto, habrá múltiples respuestas que tengan en cuenta el aspecto evolutivo, diverso y local del problema.

Tener en cuenta la biodiversidad en las decisiones globales, sea cual sea el sector, es imperativo dada la importancia que desempeña.

Las conclusiones del estudio IPBES muestran que el crecimiento de nuestras sociedades en las últimas décadas se ha producido a expensas de la naturaleza.

De este estudio se desprende claramente que la sostenibilidad de la humanidad depende del respeto y la protección de la vida y su diversidad.

A pesar de ello, la toma en consideración de la crisis de la biodiversidad en la gobernanza mundial va a la zaga. En 2010, los 190 países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU se fijaron 20 objetivos para preservar la biodiversidad.

Se trata de las Metas de Aichi. Diez años después, el CDB ha hecho balance de la situación: sólo se han alcanzado parcialmente seis objetivos y ninguno se ha logrado plenamente. Esto se debe a la falta de recursos (sólo 9.000 millones de dólares al año) y a la incapacidad de transcribir estos objetivos internacionales a nivel nacional.

El ritmo de deforestación sólo se ha reducido en un tercio y vuelve a acelerarse en algunas regiones, mientras que la sobrepesca sigue afectando a un tercio de las poblaciones de peces.

En resumen, el CDB señala que aún estamos lejos del objetivo y que «en general, se ha avanzado poco».

Como en el caso de la crisis climática, urge invertir la tendencia y provocar un verdadero cambio estructural.


 

La sexta crisis de la biodiversidad

La extinción de especies no es un fenómeno raro. Al contrario, es prácticamente la regla: casi el 99% de las especies que existían en el pasado han desaparecido y la biodiversidad se ha visto marcada por profundos cambios.

La escasa cantidad de pruebas fósiles de los primeros miles de millones de años de la Tierra dificulta la reconstrucción de la evolución, pero ahora parece que estuvo marcada por pasos fundamentales muy grandes, como la aparición de organismos celulares con núcleo o la transición de microorganismos productores de metano a productores de oxígeno.

Hace algo más de 600 millones de años se produjo otra evolución igualmente fundamental, con la súbita aparición y profusión de organismos pluricelulares (esta etapa se conoce como la explosión cámbrica).

Cinco grandes crisis de biodiversidad

Desde entonces, el análisis de los sedimentos marinos ha demostrado que se produjeron cinco grandes crisis de biodiversidad durante las cuales desaparecieron simultáneamente miles de especies:

  • En el Ordovícico (hace 439 millones de años = MA)
  • A finales del Devónico (-364 MA)
  • En el Pérmico (-251 MA)
  • En el Triásico (-199 MA)
  • y, por último, en la época de la transición Cretácico-Terciario (-65 MA)

Esta última extinción es la más conocida por el gran público, ya que en ella desaparecieron los dinosaurios.

La mayoría de las veces se atribuye a la caída de un meteorito masivo en el Golfo de México (cráter de Chicxulub), pero también pueden haber contribuido a la extinción otros factores (intensa actividad volcánica en la India y variaciones climáticas).

Se calcula que desaparecieron alrededor del 47% de los organismos marinos, así como el 16% de los vertebrados terrestres.

Algunas crisis fueron aún más devastadoras, como la del final del Pérmico, que supuso la extinción de casi el 95% de las especies existentes, tanto en el océano como en tierra firme. También en este caso, varios factores parecen haberse combinado para afectar al ecosistema global.

Estas crisis demuestran los límites de la capacidad de adaptación de la biodiversidad a las grandes variaciones del ecosistema.


 

Extinciones a lo largo del tiempo

Además de las colisiones de meteoritos con la Tierra, se sospecha que las causas de estas extinciones son las erupciones volcánicas a gran escala y el cambio climático.

En cada caso, la diversidad de especies tardó unos 10 millones de años en volver a su nivel anterior. Durante este tiempo, aparecieron nuevas especies (proceso de radiación evolutiva), que fueron ocupando los nichos ecológicos que habían quedado vacantes.

Los especialistas en biodiversidad coinciden en afirmar que el planeta vive actualmente la sexta gran crisis de extinción de especies. A diferencia de las anteriores, ésta es extremadamente rápida, dejando poco tiempo a las especies para adaptarse y haciéndolas considerablemente más frágiles.

Al menos 15.000 especies están en peligro de extinción, según la Lista Roja de la UICN de 2004. No obstante, hay que señalar que se trata de una estimación muy aproximada.

Los humanos sólo hemos descrito 1,75 millones de especies de un total estimado de entre 10 y 30 millones, y sabemos muy poco de muchos taxones, como bacterias o insectos. Como resultado, mientras que se pueden destacar los riesgos de extinción de especies emblemáticas, la situación sigue siendo muy poco clara para muchos otros organismos poco conocidos.

Las principales causas de la extinción de especies están vinculadas en su mayoría a las actividades humanas.

  • Se trata esencialmente de la modificación del hábitat (36%; por destrucción de zonas naturales y/o su transformación en tierras agrícolas)
  • La caza (23%)
  • La introducción de especies (39%).

Esta última razón es especialmente importante en entornos tropicales o en islas, donde existen muchas especies endémicas.

El calentamiento global podría provocar la desaparición de entre el 15 y el 37% de las especies (Thomas, Nature, 2004), pero también puede favorecer a las especies invasoras, que son muy competitivas y pueden eliminar a las especies endémicas.

La pérdida de biodiversidad es, por tanto, el resultado tanto de la reducción del número de especies como de la banalización de las comunidades.

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