La agonía del Aneto: cómo se fragmenta el gran glaciar español

¿Qué ocurrió con el Glaciar del Aneto?

El Glaciar del Aneto, el glaciar más extenso de España, ubicado en el macizo de la Maladeta en los Pirineos, ha sufrido una ruptura crítica.

En las últimas mediciones llevadas a cabo en 2025 por el grupo de investigación CryoPyr (dependiente del IPE-CSIC), se confirmó que el glaciar se ha fragmentado en tres partes. Actualmente su superficie se ha reducido a unas 30 hectáreas, menos de la mitad de lo que ocupaba en 2011.

Lo más grave no es solo la reducción superficial, sino la pérdida de continuidad del hielo. La porción que aún conservaba flujo glacial se ha dividido en dos, mientras una sección ha sido reclasificada como “helero” es decir, hielo residual sin desplazamiento con la pérdida de unas 3,6 hectáreas de masa activa.

Este fenómeno no es exclusivo del Aneto: durante la campaña de 2025 se observaron pérdidas generalizadas en los glaciares pirenaicos, con reducciones de grosor de hasta 5,4 metros en algunos casos.¿Qué ocurrió con el Glaciar del Aneto?


¿Por qué se ha fragmentado?

  • Incremento de temperaturas: El calentamiento veraniego, cada vez más intenso y prolongado, ha acelerado el deshielo superficial, reduciendo la renovación del hielo.
  • Menor acumulación de nieve en invierno: Las precipitaciones se han vuelto más irregulares, lo que impide la formación de nuevas capas de nieve que, con el tiempo, se compactan en hielo.
  • Balance de masa persistentemente negativo: El hielo perdido en verano no se compensa con las nevadas invernales, con lo que el glaciar no logra regenerarse.

El resultado ha sido un declive sostenido del glaciar, que ya no funciona como un cuerpo compacto, fluido sino como fragmentos estáticos, condenados a seguir reduciéndose hasta su desaparición.


¿Cuál ha sido su magnitud histórica?

Para dimensionar lo que ha ocurrido:

Periodo / Fecha Superficie estimada / Información relevante
Final de la Pequeña Edad de Hielo (~siglo XIX) cerca de 240 hectáreas en su máximo histórico
1981 ~1,067 km² (según algunas fuentes para todo el valle, aunque valores varían)
2005 0.79 km² ~ 79 hectáreas
2025 (reciente) 30 hectáreas, fragmentado en tres partes

En poco más de un siglo, el Aneto ha perdido más del 87% de su superficie glaciar. Esta caída dramática lo coloca, probablemente, en las etapas finales de su existencia como glaciar activo.


¿Qué significa re-clasificar un glaciar como “helero”?

Cuando una masa de hielo pierde su capacidad de fluir ladera abajo, es decir, deja de desplazarse bajo su propio peso deja de considerarse glaciar vivo. Pasa a ser un helero: hielo residual, estático, sin dinámica glacial.

Ese es precisamente el destino de parte del Aneto: partes que durante décadas fluyeron lentamente ahora se han rendido ante el derretimiento, y quedan como bloques de hielo sin movimiento, condenados a desaparecer.

Un glaciar muerto o en vías de desaparecer ya no cumple su papel de regulador hídrico en glaciales de montaña: no renueva hielo, no alimenta cursos de agua en épocas de sequía, y deja de ser signo de nieve perenne.¿Qué significa re-clasificar un glaciar como “helero”?


¿Qué implica para los pirineos y para España esta pérdida?

  • Pérdida del patrimonio natural. El Aneto no es un glaciar cualquiera: representa uno de los últimos vestigios de hielo permanente en España, el más meridional de Europa. Que desaparezca, supone la pérdida de un símbolo de montaña, de paisaje y de identidad natural.
  • Impacto en recursos hídricos. Aunque la magnitud del aporte del Aneto al ciclo del agua no es comparable a glaciares de latitudes más extremas, en los Pirineos los hielos permanentes actúan como reguladores: liberan agua lentamente durante los meses secos, alimentan arroyos y ríos. Su desaparición podría alterar el caudal estival, afectando ecosistemas y comunidades de montaña.
  • Alteración de ecosistemas de alta montaña. La desaparición de hielo implica cambios en microclimas, vegetación, fauna y geodinámica del terreno. Lagos glaciares, morrenas, cursos de agua se transforman; hábitats vinculados al hielo y al deshielo se pierden.
  • Símbolo del cambio climático. El deshielo acelerado del Aneto es una evidencia visible del impacto del cambio climático no en regiones polares, sino en los Pirineos, en territorio peninsular.

Esto envía un mensaje claro sobre lo urgente de actuar para frenar emisiones y proteger ecosistemas vulnerables.


¿Es reversible?  ¿Puede sobrevivir un fragmento del Aneto?

Los investigadores del CryoPyr son claros: la probabilidad de que el Aneto sobreviva en forma de glaciar activo es mínima. La fragmentación ya ha debilitado su estructura, y las condiciones climáticas actuales veranos cálidos, inviernos secos o con precipitaciones irregulares hacen improbable una recuperación.

Aunque siempre existe variabilidad anual este último invierno registró más nieve de lo habitual, los científicos advierten que mantenerse con niveles similares de hielo repercutiría en pocas décadas con la desaparición total.

Por el momento, incluso esas acumulaciones temporales no compensan la pérdida acelerada de masa.

En la práctica: lo que hoy se observa es un hielo agonizante, estructuralmente fragmentado, sin posibilidades reales de recuperación duradera.


¿Qué nos enseña este caso?

  • Que los glaciares más meridionales de Europa y los que han sobrevivido hasta ahora no están inmunes al cambio climático. Su desaparición es tan posible como la de los glaciares alpinos o de latitudes más extremas.
  • Que la pérdida de un glaciar no es solo un daño visual o paisajístico: implica pérdida ecológica, hídrica y geográfica. Los efectos sobre la biodiversidad, el paisaje, los recursos de montaña pueden ser profundos.
  • Que la conservación del hielo montañoso requiere no solo protección del entorno, sino acciones climáticas globales: reducción de emisiones, políticas climáticas ambiciosas, conciencia social.

Este caso del Aneto se convierte en una señal de alerta: si no se toman medidas urgentes, otros glaciares pendientes muchos de menor tamaño podrían desaparecer pronto, y con ellos trozos valiosos del patrimonio natural español.

El rompimiento del Glaciar del Aneto en tres partes y su dramática reducción hasta 30 hectáreas marcan un momento histórico y trágico en la montaña española.

Lo que fue un glaciar vigoroso, que resistió miles de años, hoy se descompone ante nuestros ojos: sus secciones muertas ya no fluyen, su hídrico legado se desvanece, su existencia como glaciar activo parece destinada a desaparecer en pocas décadas.

Este suceso no debe leerse solo como una noticia alarmante, sino como un llamado a reconocer la fragilidad de los hielos montañosos y la urgencia de proteger lo que queda. Conservar glaciares no es nostalgia: es cuidar los ecosistemas, el agua, la montaña, y un pasado natural que ya no vuelve.

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