En un mercado dominado por las baterías de litio, una tecnología que ha estado siempre presente empieza a ganar protagonismo. Las baterías de níquel-hidrógeno, utilizadas durante décadas en misiones espaciales por su fiabilidad extrema, están ganando terreno gracias a recientes avances que abaratan su producción. Su larga vida útil, bajo coste de mantenimiento y mayor seguridad las posicionan como una alternativa sólida para los grandes sistemas de almacenamiento del futuro